La autora de la nota |
Por Janet Mogóllón Pérez / LIMA
Realizar una consejería bíblica no es tan fácil como se
piensa. En primer lugar, la vida del consejero (a) debe estar en comunión con
Dios. Nadie puede aconsejar algo que no vive. El consejero debe transmitir una
adecuada vida hacia sus discípulos o seguidores. Hay quienes creen que, por
tener varios años en la fe, conocer algo de la Biblia o tener un cargo en la
congregación basta para ser un consejero. Es verdad que cualquier creyente
puede dar unas palabras de ánimo y de aliento, pero aconsejar supone ir más
allá.
La consejería, al igual que el discipulado es la transmisión
de una vida a otra. Hasta para dar la bienvenida o traer un juego, el creyente
debe estar en comunión. El mismo hecho de pararse al frente y decir algo al
grupo o congregación, supone estar en una posición de liderazgo. En la
consejería bíblica hay varios pasos a seguir.
COMUNIÓN
El consejero debe preparar su vida. Lo que dirá o hará es una
siembra en la vida de los demás. Por esa razón, es importantísimo vivir es
práctica diaria de estar conectado con el Señor en todo momento, porque al
final la consejería no es la sabiduría o experiencia del hombre, sino lo que
Dios pone en el corazón de sus hijos para hacerlo llegar a los otros.
Muchas veces los pecados ocultos o la doble vida que tienen
algunos “creyentes” (incluyendo pastores y líderes) dificulta lo que Dios quiere
transmitir a sus hijos. El Señor jamás usará vasos sucios o llenos de otras
cosas. Él va a usar vidas dispuestas a ser de bendición para los demás.
Es muy importante que la persona que realiza la consejería
bíblica tenga la disposición de querer asumir ese reto. No siempre es fácil.
Muchas veces se trabaja en la vida de una persona (por eso se llama ministerio
porque se trabaja en las vidas de las personas) y parece que todo va bien, pero
al cabo de algunas semanas o meses, nuevamente la persona cae y eso significa
volver a empezar.
Nunca olvidemos que la obra es de Dios y no del hombre. Si es
de Dios, entonces Él se encargará de su obra. Al final de todo, Pablo ya lo
había explicado a los corintios cuando afirma que “el crecimiento lo da Dios”.
Efectivamente, el crecimiento viene de Dios y no del consejero así tenga muchos
años de vida cristiana y posea toda la experiencia del mundo.
PREPARACIÓN
En la consejería bíblica el creyente consejero debe preparar
con anticipación su tema. Es como preparar su lección para la Escuela
Dominical. Eso incluye oración para que el Espíritu Santo ponga las palabras necesarias
y el consejero pida la dirección divina para realizar un buen trabajo.
No debe confundirse el discipulado con la consejería. En mi
caso, generalmente cuando un creyente requiere ayuda para crecer y aprender más
del plan de Dios para su vida hacemos el discipulado, que básicamente es la
transmisión de una vida a otra, mediante el buen testimonio. Pero a veces hay
problemas muy particulares para atender, es allí donde hacemos la consejería.
La idea es que el creyente que recibe la consejería sepa con exactitud que dice
la Biblia acerca de su conducta y tome las decisiones adecuadas.
Se debe persistir en el trabajo de consejería. ¿Pero qué pasa
si la persona que está recibiendo la ayuda no está interesada en crecer ni aprender
más de Cristo? Se insiste hasta comprobar que no existe la disposición de cambiar
o arrepentimiento alguno. En estos casos, simplemente, hay que volcar todo el
esfuerzo hacia aquellos creyentes que sí tienen la actitud de mejorar en su
vida cristiana.
Las herramientas
Existen excelentes libros sobre consejería bíblica. Sin embargo,
recomendamos usar la Biblia para exponer el tema y enseñar con ella. La Biblia cambia
vidas y una persona que se involucra leyendo las Escrituras, nunca volverá a
ser la misma.
La Palabra de Dios, como espada de doble filo penetrará hasta el alma y
mostrará al creyente el camino correcto. Recuerden que la Biblia se explica
sola y todo el consejo de Dios está en ella. Obviamente que hay textos que
requieran cierta explicación, pero la Biblia siempre mostrará el camino a
seguir.
Como se sabe existen tres cosas que todo creyente debe seguir: Leer la
Biblia, orar siempre y asistir a una iglesia donde se predique a Cristo. Hago
énfasis en esta última parte, porque ahora existen congregaciones donde Cristo
no ocupa el primer lugar, sino el pastor o líder que tienen mayor influencia
que el propio Jesucristo.
Una de las tareas más nobles es compartir el evangelio que no sólo es la
predicación, sino también la edificación. Muchos creyentes se quedan atrás por
falta de conocimiento, pero el conocimiento sólo en sí no vale mucho, sino la
práctica diaria. La gente tiene que ver a Jesucristo en nuestras vidas. Podemos
decir muchas cosas con palabras, pero quizá lo que más se escuchará en lo que decimos
con hechos.
Realmente que una persona está en Cristo será una nueva criatura, donde
las cosas viejas pasaron y las que vienen serán nuevas. La Palabra de Dios
nunca vuelve vacía.
Si logramos que una persona logre metas en su vida, nunca olvidemos que
fue obra del Espíritu Santo y que no fue trabajo nuestro. Sólo somos siervos y
colaboradores de Dios. Que nuestro Padre Celestial bendiga siempre sus vidas y
lo use para su gloria.
La autora de la nota es psicoterapeuta
en Consejería y Orientación Familiar. Trabajó durante más de seis años con
adolescentes, y en los últimos dos años lo hace con profesionales y jóvenes mayores
en la Iglesia Bautista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario